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Cuando el agua no cae del cielo

Sobre el blog

Samuel Reyes
Director de la Agència Catalana de l’Aigua.

Publicado en:

Portada iAgua Magazine
  • Cuando agua no cae cielo

Nos enfrentamos a una sequía sin precedentes. Hace más de cuarenta meses que llueve por debajo de la media y, además, tenemos temperaturas anormalmente altas. Esto provoca que los principales embalses de Cataluña estén en una situación deficitaria desde hace tres años (han entrado unos 1000 hm3 menos que en normalidad). Si a esto le sumamos que la afección ha impactado en más de la mitad del territorio, y justo en cuencas internas, que es donde vive la mayoría de la población (92%), el resultado es desalentador.

En cuencas internas se consume el 40% del agua de Cataluña: una parte se destina a usos domésticos (44%) y el resto a industriales (20%) y agrícolas (36%). Estas cifras se oponen totalmente a la otra realidad de Cataluña, donde tenemos ríos más caudalosos, más consumo y donde vive el 8% de la población, pero donde también se encuentran la mayoría de las explotaciones agrícolas (el 95% del consumo se atribuye a la agricultura). Por tanto, la gestión hídrica se hace de forma distinta y desde diversas administraciones de cuenca, aunque a menudo es difícil aplicar medidas en territorios colindantes donde las fronteras son difusas. Por eso, desde la Agencia Catalana del Agua hace tiempo que cruzamos fronteras de cuenca para mejorar la gestión del ciclo del agua en todo el territorio.

Desde la ACA hemos otorgado 162 M€ (2016-2023) en subvenciones para mejoras de abastecimiento en alta, previstos a través de líneas contempladas en nuestra planificación vigente. Además, estamos otorgando subvenciones por un valor de 128 M€ destinadas a ayuntamientos, para que puedan invertirlas en la reducción de fugas de las redes de distribución.

Con esto queremos insistir en que estamos haciendo, y haremos, todo lo que esté en nuestras manos para ayudar a gestionar competencias que son propias de la administración local, pero que, como administración hidráulica de cuencas internas, queremos impulsar y financiar. La colaboración interadministrativa es fundamental.

Hace tiempo que desde la ACA estamos haciendo los deberes, pero es lógico que, aun destinando gran cantidad de recursos humanos y económicos a la gestión de la sequía, ante tal situación, prevalezca aquello que aflora a simple vista: pantanos vacíos y ríos con caudales bajo mínimos. La realidad es otra: si no hubiésemos actuado a tiempo, esta agonía hubiese empezado hace más de un año. Necesitamos que llueva. Aun moviendo todos los hilos posibles, la necesidad de lluvia es inminente e insustituible, pero no podemos dejar de decir que la mitad del agua que estamos consumiendo en la zona más poblada de Cataluña ya no procede de los embalses.

Desde la Agencia Catalana del Agua hace tiempo que cruzamos fronteras de cuenca para mejorar la gestión del ciclo del agua en todo el territorio

El instrumento de planificación hidrológica para actuar ante esta situación es el Plan especial de sequía (PES), que nos permite mantener una vigilancia permanente y anticipada de las reservas de agua y establece ámbitos de actuación según escenario, siempre teniendo en cuenta los principios básicos de progresividad y disponibilidad del recurso, pero también otros grandes principios fundamentales en el campo de las ciencias ambientales: sostenibilidad, conservación, resiliencia, interdisciplinariedad, precaución, justicia ambiental y, sobre todo, interdependencia. Esta última es crucial en nuestra gestión y la encontramos prácticamente en cada una de las decisiones que tomamos desde la Agencia.

La interdependencia es un principio fundamental en las ciencias ambientales que se refiere a la relación recíproca y la conexión entre diferentes elementos de un sistema ambiental. Es decir: todos los elementos del medioambiente están interconectados y los cambios en un ámbito pueden afectar a los demás. Este concepto es básico en la gestión del ciclo del agua, y aún lo es más en periodos de sequía. Incidir en cualquier ámbito del ciclo del agua es afectar cualquiera de los otros. El mismo PES prevé la intensificación del control de las masas de agua para poder actuar en caso necesario, con el objetivo de disponer del máximo recurso posible y que éste sea de la mejor calidad. Por tanto, la intervención exhaustiva en el control de la calidad afecta directamente a la disponibilidad. Esa calidad se puede controlar a través de diagnósticos periódicos, pero también con una apuesta por el saneamiento, en el que somos pioneros desde hace más de treinta años, ya que, a más agua saneada, más agua de calidad volverá a nuestros ríos y, por tanto, más agua podremos captar que será, a su vez, más fácil de potabilizar.

El diagnóstico diario que llevamos a cabo, por poner un ejemplo, en los pantanos que se encuentran en un estado más crítico, como es el caso de Sau, nos ha permitido que un embalse de estas dimensiones (165,26 hm3), hoy en día situado a poco más del 1% de su capacidad, mantenga una calidad suficiente que posibilite seguir enviando agua a Susqueda, todo ello para conseguir, una vez más, agua de mejor calidad. Es lo que llamamos “gestión adaptativa” que comporta una gran dedicación por parte de todos los agentes implicados y una comunicación fluida entre ellos (operadores de agua, entes de abastecimiento en alta y administración hidráulica, principalmente). Además de las analíticas diarias, cada tres días realizamos captaciones de imágenes por satélite que permiten observar el aspecto del agua. El conjunto de datos obtenidos se pone en conocimiento de los diferentes implicados mediante reuniones de trabajo y de seguimiento con una periodicidad semanal.

En la ACA llevamos anticipándonos a la sequía desde mucho antes de su llegada porque toda nuestra planificación camina en ese sentido

Siguiendo con el principio de interdependencia, el Plan de gestión nos orienta a trabajar hacia un horizonte donde cada vez contemos con más aportaciones de recursos no convencionales como la desalinización y la regeneración. Las desalinizadoras han ido aumentando la producción de manera gradual desde que se activó el PES y hoy en día funcionan al 100% de su capacidad. Este incremento de producción, de costes energéticos muy elevados, ha hecho posible que el área metropolitana de Barcelona haya entrado en fase de emergencia en febrero de 2024, en lugar de hacerlo un año antes. La planificación vigente prevé incrementar la capacidad de desalinización para llegar a los 160 hm3/año en los próximos cinco años.

Asimismo, la regeneración ha servido para hacer aportaciones directamente en ríos como el Llobregat o la Tordera, garantizando, así, los caudales ecológicos. Cabe destacar que, desde hace poco más de un año, se destina también a la reutilización indirecta en el tramo final del Llobregat para uso prepotable.

El PES no es el único instrumento de gestión de la sequía. El Plan de gestión vigente (y los anteriores) también lo son porque incorporan medidas que han supuesto y supondrán una mejora en la disponibilidad. Un par de buenos ejemplos serían los capítulos destinados a la gestión forestal y a la investigación y el desarrollo de la planificación 2022-2027.

La aforestación generalizada, provocada, en parte, por el abandono en el mundo rural, es un factor que afecta directamente a la gestión hidrológica. Contemplamos los bosques como museos y cada vez es más evidente que es necesario estudiarlos e invertir en gestión forestal, no solo para que llegue más agua a ríos y acuíferos, sino para minimizar el riesgo de incendios, que con el cambio climático serán cada vez más frecuentes, si no se produce una intervención. Desde la ACA destinaremos en los próximos años más de 3 M€ en concepto de “Recuperación forestal vinculada a la recuperación del agua azul”.

Además, hemos aprobado dos líneas de subvención que se destinarán a proyectos en el marco de la gestión del agua, la mejora del medio acuático y actuaciones para reducir el riesgo de inundaciones, con un presupuesto de 1,6 M€. Se trata de una inversión que cuenta con una línea de trabajo específica en concepto de sequía y adaptación al cambio climático.

En la ACA llevamos anticipándonos a la sequía desde mucho antes de su llegada porque toda nuestra planificación camina en ese sentido, pero debemos seguir avanzando para combatir sequías futuras, con más recursos, nuevas infraestructuras y optimización de las existentes. No hay otro camino posible.